Existen una serie de películas que es casi obligado tenerlas en una videoteca. Y esta, sin duda, es una de ellas.
Y es que esta es una de esas películas que se deben poner de ejemplo si estuviésemos en una escuela de cinematografía. Por el ritmo, por el guión, por la historia, por los actores, etc.
El paso de los años no ha supuesto ningún inconveniente para ella. Es una obra de arte que hace que las tres horas que dura, se pasen en un suspiro.
El “A Dios pongo por testigo…” con la música de fondo es ya un icono clásico del cine, como las faldas de Marilyn Monroe.
Los personajes de la historia están perfectamente definidos. Sin ambigüedades. Rett Batler (creo que se escribe así), que representa al anti-sistema. Al que nada siempre contra corriente. Con unos ideales muy bien definidos que no se dejan llevar por patriotismos absurdos. La Señorita Escarlata, muy parecida a él. Con una fuerza arrolladora y una inteligencia extraordinaria
Luego está la Santa, interpretada por Olivia de Havilan, que no se sale un ápice de su camino. No importa lo que le haga Escarlata, o que sepa que va como una loca tras su marido. Todo lo perdona. Es la santidad personificada.
Y luego está el siempre incorruptible caballero Aslley, siempre comprometido con su deber, que se siente atraído por los eróticos encantos de Escarlata, pero que ama a su santa esposa.
La película no tiene altibajos y sus escenas son tan vivas y variadas que no se hace pesada en ningún momento.
En definitiva, como dije, una obra de arte, imprescindible en cualquier videoteca que se precie.
MANOLO