Pronto acabará el verano. Y con él parte de las aberraciones a las que son sometidos muchos animales con el pretexto de las fiestas, de algunas poblaciones.
Con el estúpido argumento de la tradición, que en algunos es de unos pocos años, existen fiestas patronales que incluyen, dentro de su programa de actividades, verdaderos linchamientos y torturas populares a diferentes animales. Y cada localidad busca la forma más original de torturar a un ser vivo, ante la algarabía popular. Eso aparte del aberrante espectáculo que son las famosas corridas de toros.
No voy ni a enumerar ni a describir los diferentes tipos de aberraciones que se realizan porque no tendría bastante sitio para todas.
Luego están todas esas pijas de mierda que, para lucir un abrigo de pieles, han tenido que sacrificar a decenas de animalitos. Pues normalmente estos abrigos se hacen con la piel de animales pequeños.
¿Y qué me decís de la caza? Siempre he tenido curiosidad de saber qué clase de sádico placer siente un cazador cuando aprieta el gatillo de la escopeta y mata, impunemente a un ser vivo.
Lo realmente curioso y tronchante, si no fuese por lo dramático del tema, son los argumentos que dan todos ellos, bien para apoyar esos actos, o para defenderse de los que, como yo, desearíamos erradicar todas esas prácticas.
Uno de los argumentos que emplean es el de la tradición. Lo que cae por su propio peso, pues muchas tradiciones, consideradas injustas, se han suprimido.
Otro de los argumentos es el de mezclar higos con peras. Es decir, que también se matan animales en las granjas, por ejemplo. Yo creo que hay que ser muy cínico. Una cosa es ir a la carnicería a comprar un poco de carne para comer, y otra muy diferente masacrar un animal para diversión. Porque, aunque los visones, pongo por caso, se críen en granjas, la diferencia es obvia: Comer es una necesidad, llevar un abrigo de pieles, una necedad.
Y, uno de los argumentos más recurrentes, quizá para mí el más original, es el intento de desviar la vista de los defensores de los animales hacia otro lado. ¿No habéis oído nunca esta expresión?: “Con la de hambre que hay en el mundo y vosotros defendéis a los animales” Es para mondarse de risa.
Las personas nos hemos creído los amos del mundo y de sus recursos naturales. Pero somos tan imbéciles que no sabemos cuidar, si quiera, nuestros propios bienes.
Así nos va.
MANOLO
Con el estúpido argumento de la tradición, que en algunos es de unos pocos años, existen fiestas patronales que incluyen, dentro de su programa de actividades, verdaderos linchamientos y torturas populares a diferentes animales. Y cada localidad busca la forma más original de torturar a un ser vivo, ante la algarabía popular. Eso aparte del aberrante espectáculo que son las famosas corridas de toros.
No voy ni a enumerar ni a describir los diferentes tipos de aberraciones que se realizan porque no tendría bastante sitio para todas.
Luego están todas esas pijas de mierda que, para lucir un abrigo de pieles, han tenido que sacrificar a decenas de animalitos. Pues normalmente estos abrigos se hacen con la piel de animales pequeños.
¿Y qué me decís de la caza? Siempre he tenido curiosidad de saber qué clase de sádico placer siente un cazador cuando aprieta el gatillo de la escopeta y mata, impunemente a un ser vivo.
Lo realmente curioso y tronchante, si no fuese por lo dramático del tema, son los argumentos que dan todos ellos, bien para apoyar esos actos, o para defenderse de los que, como yo, desearíamos erradicar todas esas prácticas.
Uno de los argumentos que emplean es el de la tradición. Lo que cae por su propio peso, pues muchas tradiciones, consideradas injustas, se han suprimido.
Otro de los argumentos es el de mezclar higos con peras. Es decir, que también se matan animales en las granjas, por ejemplo. Yo creo que hay que ser muy cínico. Una cosa es ir a la carnicería a comprar un poco de carne para comer, y otra muy diferente masacrar un animal para diversión. Porque, aunque los visones, pongo por caso, se críen en granjas, la diferencia es obvia: Comer es una necesidad, llevar un abrigo de pieles, una necedad.
Y, uno de los argumentos más recurrentes, quizá para mí el más original, es el intento de desviar la vista de los defensores de los animales hacia otro lado. ¿No habéis oído nunca esta expresión?: “Con la de hambre que hay en el mundo y vosotros defendéis a los animales” Es para mondarse de risa.
Las personas nos hemos creído los amos del mundo y de sus recursos naturales. Pero somos tan imbéciles que no sabemos cuidar, si quiera, nuestros propios bienes.
Así nos va.
MANOLO